“El término Infodemia, viene del anglicismo Infodemic, se forma a partir de las palabras información y epidemia, como es una expresión ya común, no es necesario colocarle comillas, pero sí mayúscula en su letra inicial”
La Infodemia, es un neologismo que la Organización Mundial de la Salud reconoce “como el mejor aliado del coronavirus”, es un nuevo término que hace referencia a la sobre información, alguna cierta, otra falsa y que se nos apila como la saturación del tema del virus y la enfermedad que provoca, el COVID 19.
Es otra “enfermedad” de nuestro tiempo, en el encierro estamos destinados a recibir y compartir muchas noticias que agobian, deprimen y nos meten a dinámicas de más consumo y dispersión de las mismas.
Ahora mismo, ¿Cuántos chats tengo activos? ¿Cuántas veces me llegan los mismos videos, textos o fotos? ¿Cuántas veces los comparto, sin verificar?
Es como aquel viejo ejercicio de comunicación, le llamábamos el teléfono descompuesto, y consistía y dispersar una noticia de un accidente de tráfico, el maestro daba la nota al oído del primer participante, este a su vez la pasa a la fila, también de boca a oreja y al final, el último externaba el mensaje, totalmente tergiversado, demostrando que de boca en boca, cada quien le añadió o quitaba según sus propias experiencias, dando como resultado otra noticias totalmente diferente.
Esto mismo nos pasa en medio del confinamiento hogareño, pero el arcaico método de comunicación verbal se ve aumentado por la realidad virtual que nos sobre pasa, nos satura y nos enferma. Es el virus de la desinformación.
El término Infodemia, viene del anglicismo Infodemic, se forma a partir de las palabras información y epidemia, como es una expresión ya común, no es necesario colocarle comillas, pero sí mayúscula en su letra inicial.
En México, el experto en la pandemia, Dr. Hugo Lopez-Gattel va más allá y nos explica la Infodemia, como una práctica tóxica de discriminación que se basa en la ignorancia y el miedo. Es la paranoia con la desinformación que nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos y puede orillarnos a dejar de creer en la ciencia.
Aunado a los movimientos de comunicación espontáneos que se dan en las redes, hay intereses económicos o políticos que inciden en la propagación de notas falsas, que una vez que se replican, pueden llegar a creerse.
No hay evidencia científica en que tomar agua caliente con sal o abusar de los líquidos e incrementar el consumo de vitamina nos defienda del coronavirus, pero es un mensaje constante que pasa en los chats Whatsapp, tampoco está validado que comprar papel de baño nos asegure un buen confinamiento, pero es una práctica que se vi ralizó al inicio de la pandemia y como aún falta largo tiempo para salir de las enredaderas que nos tienden las redes y las falsas noticias, es preciso hacer caso de la recomendación médica y “no caer a la primera”, la propagación de contenidos falsos nos pone más vulnerables.
El antídoto es la autoreflexión crítica, la conciencia solidaria, la responsabilidad de reconocer que lo que consumimos y compartimos en forma de noticias afecta a todos, y colocar los filtros, muchos filtros de los que no nos vienen en el celular, los mentales y de sentido común: ¿Qué tanto conozco de la pandemia? ¿Cuál es mi fuente de información? ¿Hago bien en compartir lo que me llego? ¿Es verdadero o falso?