“Los grupos más vulnerables como mujeres, niñas y niños, están ahora mismo están en manos de sus victimarios, encerrados, aguantando gritos y golpes, en crisis de salud física y emocional, no están en un lugar seguro”
En casa no se come pollo, porque a mi marido no le gusta, cuenta una ama de casa; una joven confiesa que dejo de usar falda porque a su novio le molesta; otra que dejó de trabajar para dedicarse a sus hijos, a petición del padre, y hay quien dejó la carrera trunca porque le llegó la maternidad a temprana edad y se convirtió en madre soltera. Todas viven en círculos emocionalmente violentos, a veces imperceptibles para el resto de la sociedad y hasta para ellas mismas.
Por eso es importante el activismo feminista que está más presente que nunca, que se propone abrir los ojos de la sociedad ante estos y otros signos de micro y macro machismos, que no son pocos y se van acumulando. Que por ser situaciones cotidianas se van normalizando, pero son acciones que suben de intensidad hasta convertirse en otro tipo de agresión, la que sí se nota, la física y que en el último de los grados deriva en feminicidio.
En México, es particularmente difícil intentar cambiar las formas de interacción entre hombres y mujeres, el bien enraizado sistema patriarcal, tiene aliados como el presidente que hoy no reconoce el incremento de la violencia doméstica en el confinamiento por la pandemia. Preocupado por combatir a sus enemigos, no ve las exigencias de colectivas e instituciones que sustentan la situación de peligro que viven miles de mujeres en casa.
Al inicio de la pandemia, se adelantaba sobre el aumento de la violencia intrafamiliar hasta en un 40 por ciento. La Segob acepta que las llamadas de auxilio por agresiones domésticas se han triplicado en esta temporada; redes de feministas alertan de estos peligros; el Inmujeres lanzó una tibia campaña para hablar del mismo tema. Pero el presidente, no les cree.
Es irónico que el hombre con más discurso de víctima de este país, que se siente agredido por los bots en las redes sociales, que acusa a sus enemigos de no darle tregua, que le duelen los moditos de los empresarios, que le hace gestos a la prensa, y que siempre habla sobre las agresiones de que es objeto, no aborde el tema de violencia hacia la mujer y ningún otro con perspectiva de género y cuando lo hace, empeora la situación, porque da señales de aprobación al resto de la manada.
Los grupos más vulnerables como mujeres, niñas y niños, están ahora mismo están en manos de sus victimarios, encerrados, aguantando gritos y golpes, en crisis de salud física y emocional, no están en un lugar seguro. La directora de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka explica que el aislamiento ha disparado la tensión y el estrés generados por preocupaciones económicas, de seguridad y salud.
Las mujeres violentadas viven la cuarentena, en medio de una tormenta perfecta, donde el comportamiento controlador y violento del hombre se dispara al tiempo que los refugios para violencia doméstica están a tope y sin dinero para atenderlas. Y ni siquiera, reciben palabras solidarias de la máxima autoridad.
No todos los hombres son iguales, pero hay peores y uno que es presidente. El discurso de ayer, no fue casual, ahora viene la protesta virtual “Peligro en casa”, de esto hablamos en la próxima entrega.